dilluns, de gener 16, 2006

Glamour y ruina en Africa: el precio de la caridad, Por Paul Theroux

Paul Hewson -que se llama a sí mismo "Bono"- tal vez puede entonar una melodía. ¿Y lo demás? Aunque probablemente existan cosas más irritantes que recibir lecciones sobre el desarrollo de Africa de parte de un astro de rock irlandés semi educado al que se le paga en exceso, con un nombre tonto y un sombrero de cowboy, en este momento no se me ocurre ninguna. Si la Navidad, que es la época de las historias lacrimógenas, me ha convertido en Scrooge, reconozco la contraparte dickensiana de Bono en la señora Jellyby, de Bleak House. Al insistir todo el tiempo en hablar de su aldea adoptiva de Borrioboola-Gha, "en la orilla izquierda del río Niger", la señora Jellyby trata de salvar a los africanos financiándolos para "tornear patas de pianoforte y exportarlas", y fastidia a todo el mundo para conseguir donaciones de dinero.
El destino de Africa parece haberse convertido en un teatro de palabras y gestos públicos vacíos. Pero lo que resulta notable en las celebridades comprometidas con mejorar la situación de Africa es la necesidad de mejorar sus propias imágenes. La gente que trata de arreglar las cosas en Africa tiene más deficiencias que Africa. La idea de que Africa está fatalmente aquejada y sólo puede ser salvada por las celebridades y los conciertos Feed the World es de una presunción destructiva y engañosa.
Los que nos comprometimos a ser maestros del Cuerpo de Paz en las zonas rurales de Malawi hace más de cuarenta años nos sentimos consternados por nuestras visitas ulteriores y por todas las historias que hemos leído sobre ese desdichado país. Pero más aún nos consternan casi todas las soluciones propuestas. No me refiero a la ayuda humanitaria o a la prevención y educación sobre el sida o las drogas disponibles. Tampoco me refiero a los emprendimientos en pequeña escala y estrechamente controlados, como la escuela de Oprah o la Aldea de los Niños de Malawi. Me refiero a la plataforma More Money. Esa parecía ser en un momento la respuesta. Pero ya no. No enviaría dinero particular a una obra de caridad ni ayuda externa a un gobierno salvo que se diera cuenta del empleo de cada dólar... y eso es algo que no ocurre nunca. Tirar más dinero de esa vieja manera no sólo es un desperdicio, sino también algo estúpido y perjudicial, y también implica ignorar algunos temas obvios.
Estados fallidos
Malawi está peor educado, más plagado de enfermedades y de malos servicios, más pobre de lo que era cuando yo viví y trabajé allí a principios de la década de 1960, pero no es por falta de ayuda externa o de donaciones de dinero. Malawi ha sido beneficiado por muchos miles de maestros, médicos y enfermeros extranjeros, y por grandes sumas de ayuda financiera y, sin embargo, ha declinado, pasando de ser un país prometedor a un Estado fallido.
A principios y mediados de la década de 1960, creeríamos que muy pronto Malawi sería autosuficiente con respecto a la cantidad de maestros. Y lo hubiera sido si durante décadas no hubiéramos seguido enviando maestros del Cuerpo de Paz. Los malawianos les dieron la bienvenida porque eso significaba que los estadounidenses enseñarían en las escuelas rurales -algo que los malawianos aborrecían hacer- abriendo el camino así a que los malawianos educados pudieran emigrar. Los malawianos eludían la enseñanza porque el pago y el estatus de esos cargos eran muy bajos. Cuando se estableció la universidad de Malawi, se les dio la bienvenida a más maestros extranjeros (porque iban gratis) y, por razones políticas, pocos de ellos fueron reemplazados por malawianos. El dinero también era un problema, aunque nunca hubo escasez de Mercedes Benz ministeriales. Los instructores médicos también llegaban del extranjero. En Malawi empezaron a graduarse enfermeras, pero eran seducidas por las propuestas de trabajo en Inglaterra y Australia y Estados Unidos, lo que significó que en Malawi fueran necesarias más enfermeras extranjeras. Las enfermeras del sur de Africa constituyen la columna vertebral del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
Cuando el ministro de Educación de Malawi se robó todo el presupuesto educativo, de millones de dólares, en 2000, y el presidente de Zambia se robó una suma aún mayor un año más tarde, y Nigeria dilapidó su riqueza petrolera, ¿qué ocurrió? Bono y otros simplificadores de los problemas de Africa no dejaron de reclamar alivio de la deuda y más ayuda. Tuve una respuesta evasiva cuando durante una conferencia en la Fundación Gates señalé el éxito de las políticas responsables en Botswana, comparando el caso con la cleptomanía de sus vecinos, los cientos de millones malversados en Zambia y Malawi. Los donantes estimulan esta conducta al pasar por alto el mal gobierno y las verdaderas causas del fracaso de esos países. Gates ha dicho cándidamente que quiere librarse de su carga de billones de dólares. Bono es uno de sus asesores de confianza.
Gates quiere enviar computadoras a Africa: una idea improductiva, por no decir demencial. Yo ofrecería lápices y papel, estropajos y escobas: las escuelas que he visto en Malawi tienen gran necesidad de esos artículos. No enviaría más maestros. Esperaría que los malawianos se quedaran a enseñar. La Escuela de Medicina de la Universidad de Zambia ha formado miles de médicos y enfermeras, pocos de los cuales se quedan en el país. Hace apenas diez años Zimbabwe era próspero, con superávit de alimentos. Hoy es una ruina, porque las destructivas políticas del presidente Mugabe provocaron la expulsión de los granjeros y el exilio de los obreros calificados.
Los países africanos no carecen de recursos humanos. No son los casos incurables que parecen ser. Han sido desmoralizados por los malos gobiernos y subvertidos por los donantes, las agencias asistenciales, la urbanización descontrolada y el craso materialismo de la intromisión del mundo. Las montañas de ropa usada que usted envía allí cada Navidad han destruido la industria textil africana, la miseria que se les paga a los africanos por sus cosechas comerciales -café, azúcar, tabaco y té- ha sido ruinosa para la agricultura. En mi época, Malawi era un lozano país boscoso de tres millones de habitantes. Ahora es una tierra débil y deforestada con doce millones de habitantes; sus ríos están obstruidos por los sedimentos y cada año sufre inundaciones brutales. Se talaron los árboles para usarlos como combustible y despejar la tierra para la siembra destinada a la subsistencia. Durante sus primeros 40 años de existencia, Malawi tuvo dos presidentes: el primero, un megalómano que se autodenominaba "el mesías"; el segundo, un estafador cuyo primer acto oficial fue acercar su gordo rostro al dinero. Hace dos años, un nuevo hombre, Bingu wa Mutarika, inauguró su régimen anunciando que iba a comprar una flota de Maybach, uno de los autos más caros del mundo.
Muchas de las escuelas en las que enseñamos cuarenta años atrás están ahora en ruinas... cubiertas de graffiti, con las ventanas rotas, en medio de pastos crecidos. El dinero no arreglará eso. Un amigo malawiano que ocupa un alto cargo me pidió una vez jovialmente que mis hijos fueran a enseñar allí. "Sería bueno para ellos". Por supuesto que sería bueno para ellos. Enseñar en Africa es una de las mejores cosas que hice en mi vida. Pero parece que nuestro ejemplo sirvió de poco. Los hijos de mi amigo malawiano, por supuesto, están trabajando en Estados Unidos y en Inglaterra. A nadie se le ocurre estimular a los mismos africanos a asociarse con los voluntarios. Hay en Africa muchos adultos jóvenes educados y capaces que podrían hacer las cosas mucho mejor que un trabajador del Cuerpo de Paz.
Africa es un lugar hermoso... mucho más hermoso, más pacífico, con más capacidad de recuperación y, aunque no próspero, más autosuficiente que lo que señalan las descripciones habituales del continente. Pero como Africa parece tan inconclusa y tan diferente del resto del mundo -un paisaje en el que una persona puede bosquejar una nueva personalidad- atrae a mitómanos, a personas que quieren convencer al mundo de que son dignos y buenos. Esa gente viene en cualquier formato y sus figuras se agigantan. Las celebridades que se entrometen en Africa se agigantan especialmente. Hace poco, al ver a Brad Pitt y Angelina Jolie en Sudán abrazando a niños africanos y sermoneando al mundo sobre la caridad, la imagen que inmediatamente apareció en mi cabeza fue la de Tarzán y Jane.
Bono, en su rol de señora Jellyby con sombrero de cowboy, no sólo cree tener la solución de los males de Africa, sino que grita tan fuerte que otras personas también parecen creer en sus soluciones. De manera absurda, Bono viajó en 2002 a Africa con el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O´Neil, en una gira por las capitales africanas. El tema de su perorata era la condonación de la deuda. Recientemente almorzó en la Casa Blanca, donde cotorreó sobre la plataforma More Money y sobre la manera en que los países africanos son completamente inútiles.
¿Pero lo son? Si Bono hubiera observado detenidamente Malawi hubiera visto una encarnación más temprana de su Irlanda natal. Ambos países se caracterizaron por siglos de hambruna, luchas religiosas, enfrentamientos internos, soberbios jefes de clan, desnutrición, cosechas perdidas, antiguas ortodoxias, sociabilidad tediosa, maltrato infantil, problemas dentales y un clima espantoso. En Malawi cundía un resentimiento similar, fue colonizado como Irlanda por ausentes señores británicos, y también estaba colmada de clérigos. Hasta hace pocos años, en Irlanda no se podían comprar preservativos legalmente ni uno se podía divorciar, aunque (igual que en Malawi) la cerveza se conseguía fácilmente en grandes cantidades y la ebriedad era una maldición nacional. Irlanda, la isla de la inacción, "la cerda que se come a su cría", según Joyce, era el Malawi de Europa, y por muchas razones idénticas, su principal exportación eran los inmigrantes, obreros y charlatanes.
Produce cierta melancolía pensar que para muchos africanos es más fácil viajar a Nueva York o a Londres que al interior de su propia tierra. Como el tío Manny y la tía Ruth enviaron una postal de un león desde Nairobi, uno piensa que han estado en todo Kenya. Pero gran parte del norte de Kenya es una zona sin acceso. No hay avión y casi ninguna carretera para ir a la ciudad fronteriza de Moyale, en el límite con Etiopía, donde encontré tan sólo camellos flacos y bandoleros errantes. El oeste de Zambia está fuera del mapa, el sur de Malawi es terra incognita, el norte de Mozambique es todavía un mar de minas terrestres. Pero es bastante fácil salir de Africa. Un estudio reciente del Banco Mundial ha confirmado que la emigración al Primer Mundo de gente calificada de países africanos de pequeño o mediano tamaño ha sido desastrosa.
Africa no tiene verdadera escasez de recursos humanos. Carece de confianza en sí misma y, en general, carece de liderazgo. Una vez más, Irlanda podría ser el modelo de una solución. Después de siglos de anhelar marcharse a otros países, los irlandeses descubrieron que, en vez de mendigar ellos mismos, podían cambiar las cosas. La educación, un gobierno nacional, la gente que se queda en el país y la simple diligencia han permitido que Irlanda deje de ser un caso perdido y se convierta en una nación próspera. En una palabra -¿me escucha, señor Hewson?-, los irlandeses han demostrado que hay algo bueno en quedarse en casa.
Por Paul Theroux.

Els catalans d’aqui.

Aquest es el primer dels nostres darrers cinc mails generals. San Julián queda lluny i el nou camí ens ha portat a la recerca dels catalans d’aquí, els catalans d’Amèrica. El que va començar ara fa un any i dos mesos al Casal de São Paulo ara ha esdevingut una feina que ens mostra dues realitats, la del país que trepitjem en cada cas (Paraguai, Argentina i Uruguai) i la dels emigrants que varen venir cap aquí en els segles anteriors.


El cert es que del casal d’Asunción ja en parlàvem a l’anterior correu. De la ciutat del calor vàrem enfilar cap a la parada turística més important de la zona: les catarates de l’Iguazú. Les catarates cauen just a la frontera entre Argentina i Brasil. Per tant, hi ha dues maneres de caminar-les: pel costat argentí i pel costat brasiler. Pel costat brasiler estar molt organitzat, sembla que siguem a un parc d’EEUU d’aquests que t’ensenyen a la tele. Et porten amb uns busos destapats i pots anar veient el verd de la selva aprop teu. Després un pot caminar per anar admirant les catarates des lluny i dinar a un bonic restaurant que queda a sobre d’elles veient els esquitxos que fan les aigues al baixar a tanta alcada.


El riu sembla un llac tranquil i silenciós i, de cop i volta, fa un salt impresionant que es converteix en un lloc sorollós i on un es converteix en una formigueta entre tants litres d’aigua.Dinant vem conèixer dues dones , mare i filla, de Montana (EUA, vaques i grans muntanyes verdes com Escòcia) i un mig sonat japonés que amb prou feines parlava. Aquest japonés pero, tenia dos curiosos llibres: guies de conversació en japonés i brasiler i l’altra en japonés- anglés tot ple de dibuixets així en plan còmic.

Nosaltres, a més de passejar varem fer un passeig remuntant el riu amb unes barcasses que han d’aguantar la enorme pressió i força de l’aigua. La gràcia es mullar-te. Et porten fins a les catarates i arribes a una petita on la barca entra a dins i... bé... quedes com un pollet. Jejeje. Al dia següent vem anar a la part argentina també molt bonica però per caminar-la més i ser més a prop de les catarates. Sembla que d’un moment a l’altre tancaran l’aixeta i deixarà de rajar aigua. Tanta aigua!!

En aquest punt un torna a analitzar l’absurditat de les fronteres: hi ha un punt on un pot veure tres països separats per dos rius: Brasil, Argentina i Paraguay. Si ho mires fredament, la terra de cada país, els arbres i l’aire de cada país són els mateixos... són iguals. Però que diferent serà la teva vida (en probabilitats) si neixes en un país o l’altre!!! I que difícil et serà sortir del teu país si ets Paraguayà!

I el viatge va continuar... fins a unes boniques ruines jesuitiques del sXVII a San Ignacio de Miní. L’esglèsia convivint i ajudant als pobles guaranis. Que raro, oi? Doncs va funcionar fins que el imperio español pensava que s’estava ajudant massa al poble. I que els jesuïtes en general a sudamèrica donaven massa educació per a la gent, massa poder aleshores. Són aquelles misions de la pel•lícula La Misión, tot i que no es del tot cert que les cremesin i les destruïssin com a la pel•lícula. Varen ser lentament abandonades un cop es va materialitzar l’expulsió del jesuïtes.


I aquí es va iniciar la ruta per l’interior de l’Agentina, cercant els casals de la regió que aquí s’anomena el Litoral Argentino, que no té mar sinò rius. Cada Casal és una història i cada persona de cada casal es també una història. Paraná, el casal fundat fa 10 anys i que, amb l’impuls de l’actual presidenta i de la anterior, ha esdevingut referent cultural a la ciutat. És important dir que les converses, un cop entra un als casals, són en català. És a dir, que moltes de les hores de converses nostres a l’Argentina són en català. Català de vegades conservat de generació en generació, de vegades reaprés ara fa poc. El cas de Paraná, teniem dues dones que mai havien parlat el català a casa i que intenten recuperar-lo. Han fet gegants, han iniciat una mini colla castellera i realitzen concursos de dibuix basats en lletres d’en Serrat. Perquè Serrat es molt Serrat aquí.


Pero Paraná ens va fer tornar al món d’on som: cafés, llibreries, tendes de roba. I ens va agradar tornar a menjar un bon croissant. Potser va ser aquí que varem adonar-nos del que n’es de diferent Bolívia respecte a la nostra Barcelona. Perquè mentre erem a Santa Cruz no ho notàvem tant. Al dia següent vem visitar el casal catala de Santa Fe on ens van acollir molt bé. Sols tenen un anyet i tenen moltes ganes. Però el que fa interessant per a nosaltres d’aquestes visites és que t’expliquin la seva vida: com van arribar aquí, el viatge en vaixell que podia durar entre 12 i 16 dies, el no saber on vas. El passar-t’ho pipa al vaixell perquè tens sis anys. O preocupar-te perquè no tens diners i vols viure. I veure com alguns encara parlen català o els nets que no l’havien aprés el volen aprendre ara i venir a estudiar a Catalunya. On un noi de ascendència riojana que va visitar Catalunya per una tieta politica i ara es un afèrrim republicà independentista i és el mestre de català a Santa Fe. El viatge va ser fins a Rosario, ciutat del petit Ernesto Guevara. Varem passar el nadal alli un xic tristos i enyorats, on la única realitat nadalenca va ser veure "White Christmas" d’en Bing Crosby en un cinema de barri ple d’avis. Sols, doncs. Aquí també vem visitar un dels casals més antics de tot Sudamèrica (103 anys) . Un mega edifici de bonica façana de 1902 que té, fins i tot, una pista de futbol a un tercer pis. Aquí la realitat del casal és un altre. Ja no és un espai petit i nou com a Paranà o d’un toc familiar com a Asunción. Aquí el casal és gran, com la ciutat que l’acull, i més profesional. És, en realitat, un gran centre cultural que es complementa amb l’Ajuntament.


Des de Rosario varem anar a Venado Tuerto i a Pergamino que ens han tractat com a fills seus. Són dos casals catalans petitons, en ciutats agricoles, d’uns 70.000 habitants cadascuna. A Venado són un munt de lleidatans vinguts d’un poble que es diu Algerri i emigrats a principis de segle evitant la guerra d’Àfrica i sabent que a Venado hi havia bones terres, hi varen venir. Ja no hi ha catalans directes o pocs. I amb la dona del presi havíem tingut tan bon rotllo per telèfon que ens van convidar a sopar. Em va recordar a la iaia Nuri (iaia de la Marta)... de expressió tendra, vinguda de Astúries i amb pell blanca com ella. I també amb un munt de plats perquè mengèssim com fa la meva iaia. El casal està formant ara un grup de joves per tal d’iniciar noves dinàmiques. I és que són molts els descendents de catalans . Vas pel carrer i mirant els noms de les botigues i de vegades no saps si ets a Venado Tuerto o a Mollerussa.


Pero la bomba va ser a Pergamino... El casal ho porta la familia Coca, de qui ja ens havien parlat des d’Asunción de Paraguai. Ara la presidenta és la Montserrat Coca, filla dels fundadors, una parella de catalans vinguts als anys 50-60. La seva tasca, la del casal de Pergamino, que no només han estat ells, sino un bon grup de gent, ha estat la de mantenir viva la cultura i la llengua catalanes en aquest indret argentí. Tenen una seu a Pergamino però fins ara la biblioteca del Casal està a casa dels Coca perque no han tingut temps de treure-ho i endreçar-ho però imagineu la casa com està, plena de llibres en català, molts records catalans i milers de trastos que feien d’una casa gran, petita. És un museu de records, de dues vides dedicades a la feina i al record de la Patria. Són gent tan acollidora!! Gent gran, es clar... La Teresa amb 77 anys i el Josep amb 87. I tenien un munt d’histories a explicar i la Teresa NO callava i moltes anècdotes interesants... Varem riure amb ells i varem plorar amb ells. Varem gravar hores d’història. I no ens volien deixar marxar,ni els Coca ni la Marga ni es altres, deien que ens quedèssim més dies perque encara tenien que explicar-nos més coses....

I d’allà a la capital. Gaudint del sabor de Buenos Aires a la nit de cap d’any. Parem uns quants dies a la mega ciutat. Es tan gran! I la nostra petita Barcelona no té res a veure amb això. És molt maca la ciutat pero se’ns calça com una sabata de taló massa gran. I hem vist ja ballar tango a totes les places de la ciutat, hem begut café, menjat bons croissants i pernil salat. (començava a ser un mite per a nosaltres). Ciutat per recórrer totes les llibreries de la ciutat (perquè aqui les llibreries són colosals) i veure el cementiri on descansa la Evita, veure museus, jardins i cantonades i realitzar alguna ruta guiada a peu, veure la reproducció de la font de Canaletes a la plaça Catalunya, veure coneguts, seguir les notícies d’aquí i d’allà. Buenos Aires semblà sortir de la greu crisi del 2001, però sembla que només en surten els que situaríem en la clase mitja alta... la resta s’ha quedat al camí. I sabeu com es nota això? A part del cartroners al carrer, que no van d’un en un sinó en familia (Pare, mare i nens a buscar pels carrers), també es veu en els cotxes: hi ha una convivència de cotxes nous i de cotxes prehistòrics. Aquí els reis son els 127 i els Fords, Chevrolets i els Crislers dels 70’s. La veritat es que ja ens hem fet a la ciutat i ens movem bastant bé amb busos i metros... Falten algunes coses a visitar pero que visitarem en aquests últims dies. Pero l’hem vist poc a poc... anant al cine, a cafès, a caminar molt. I és una ciutat maca, gran pero amb llocs molt interessants. No és com les ciutats brasileres que són un cumul de edificis mal fets. És una ciutat amb estils anglesos, parisins, catalans també.... Ells mateixos la defineixen com eclèctica.

Els casals de Buenos Aires son tres: el del centre és majestuós i ha patit una bona reforma (tant física com interna) que l’ha fet renèixer. És aquí, a més, on s’ha realitzat una trobada de casals de tot el Con Sud on s’ha generat una força regeneradora a tots els altres casals. I el casal és en si una obra d’art del modernisme, amb detalls de ferro forjat i treball en fusta. És el casal més antic del món, i tot i que la seva història arreplega unions i separacions de diferents entitats, té una continuitat iniciada al 1886. Com tots els casals, ha optat per obrir-se a la comunitat per arribar a més gent amb la difusió de la cultura catalana. És un casal molt gran i, per tant, amb un grau important de profesionalisme. És el que va sortir a Afers Extrangers del Miki Moto a TV3. L’altre casal és el de Castelar, amb més de 40 anys d’antiguitat. La seva seu ha estat construida pels socis en aquests 40 anys, i ara, un cop acabada, inicien també activitats a la comunitat. Són famoses però, les seves paelles mensuals i els seus castellers. És un casal familiar, de families treballadores que potser no teníen el seu lloc en el senyorial casal del centre de la ciutat. És un casal contruït pels emigrants de la postguerra.

No exiliats polítics sinò exiliats per fam i por de més guerra a Europa.
Anar a Castelar va significar agafar un tren de rodalies. Per a nosaltres va ser normal, però pels nostres amics de Buenos Aires va ser un xic atrevit. És una traçada més de la separació entre els de dalt (econòmicament) i els d’abaix. El tercer casal no és un casal. És La Obra Cultural Catalana, que durant tota la dictadura espanyola va treballar molt per a la cultura i la política catalana a l’Exili. Parlar amb un dels seus membres, el Sr. Fivaller Seras, va ser una experiència increible per tot el que ell transmet de la seva lluita. Es pot estar d’acord o no amb el que ells defensen (la independència final de Catalunya), però escoltar-lo va ser molt interessant i educatiu per a nosaltres. La Obra però no està reconeguda per la Generalitat (tot i haver fet una tasca que potser ni el Casal Català va fer) perquè en la seva estructura no hi entra fer estatuts ni juntes directives ni estar reconeguda pel govern argentí. Lliures e independents.

Ara som ja a Montevideo. Arribats amb la pluja (porta dos dies plovent) i amb la ciutat tancada per aquesta unió de cap de setmana i vacances d’estiu han fet que no quedés gaire per veure aquí. Però amb la companyia d’un gran amic dels pares de l’Eric, ens hem fet a la ciutat. El Casal queda per demà i després, cap al Sud. Recordem molt els amics que son d’aquí, de Montevideo.
Hem seguit les notícies de Bolívia, de les seves eleccions i de la revolució democràtica que representa per Bolívia i per a Sudamèrica el triomf d’Evo Morales i el M.A.S. Hem sentit vergonya per les bromes de la COPE. Penseu que a tots els diaris d’Argentina i Uruguai "l’Evotour" pel món és notícia dia si i dia també.

Nosaltres continuem bé. El viatge manté el motiu de conéixer més dels catalans d’aquí. Uns catalans que no tenen perquè ser espanyols per a ser catalans (amb tots els problemes de definició i de burocràcia que això pot arribar a generar). A la vegada, pero, em sentim culpables de la vida que fem... fer turisme, comprar roba, fer cafés, menjar bé... I és que després de un mes de marxar de Bolívia la nostra vida ha canviat cap al que sempre hem fet: consumir. I ens sentim tan i tan lluny de la pols i el fang i el sol i la calor de San Julián. Sembla que faci molt que vàrem deixar el poble. I poc ens recordem dels nens del darrere que estaran igual com sempre, dels profes que d’aqui una setmana tornen a organitzar classes, dels nens mal vestits que no es preocupen d’anar nets ( i jo quan hi era sols em preocupava d’anar neta no pas maca, ara si, ara torno a ser presumida ). I sempre penso el mateix... va ser útil que hi fóssim a San Julian?? Per aixo us envio una noticia d’en Paul Theroux que em trobat a un diari d’aqui, d’argentina. Parla de l’Africa però és aplicable a Bolívia.

Un peto ben gros i ara si que no us podeu queixar. No us avorrireu quan llegiu tot això.

Marta i Eric